Rompe las reglas.

Rómpelas.

Levántate tarde sin sentirte mal y con alevosía, quédate en la cama regocijándote entre las sábanas aunque por las persianas te ciegue la luz de las tres del mediodía, cómete un helado de canela, luce esa camiseta que tanto te ha costado y que sabes que a finales de mes necesitarás empeñar hasta las chanclas porque estarás más pobre que una rata. Cómete esas patatas bravas o ese pastel que pone tu nombre en fosforito y que te mira con ojitos aunque estés en plena operación biquini, enseña muslos y barriga sin importarte el qué dirán, ponte unas gafas de sol de espejo y siéntete guay al saber que nadie puede ver a dónde miras, báñate desnudo en el mar y sécate tumbado en la arena. Contesta a esa llamada que te despierta de la siesta y di que no, que no estabas dormido, ve al concierto del grupo de ese anuncio de cerveza para cantar esa canción que nunca antes habías escuchado pero que ahora te sabes de memoria. Queda con tus amigos y tómate esa copa de más que hará que mañana te levantes como si te hubieran atropellado la cabeza, nunca seas el primero en llegar a casa, allí no tienes nada que hacer. Besa a alguien a quien los labios le sepan a fresas con azúcar hasta quedarte sin aliento, rompe las reglas.

Total, es verano. Todo vale ¿no?

Ann.

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